jueves, 23 de abril de 2009

Google no es la competencia


En tiempos de crisis venir a la Feria es casi un acto de resistencia", dice Marta Díaz, mientras recorre los pasillos todavía vacíos de gente pero ya rebosantes de textos en el pabellón central. Ella misma, desde la Fundación El Libro, es la artífice histórica de la organización del encuentro. Ahora, con un par de días de charlas y actividades entre libreros y editores, ya está en condiciones de tomarle el pulso a las expectativas de esta Feria, la número 35.
Justamente, la 35° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires abrirá sus puertas al público desde las 18:30. El acto inaugural contará con la presencia del ministro de Cultura, Jose Nun; el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri; y el ministro de Cultura y Turismo de la Ciudad, Hernán Lombardi. "En años electorales los políticos siempre buscan sumar participaciones en la Feria, pero esta vez no hay mucho movimiento, lo que sí vamos a tener son infinitas actividades ligadas al fútbol", cuenta Díaz.

Los expositores ya tienen todo listo: 20 días, 45 mil metros cubiertos de superficie, 1.300 expositores y 350 stands, marcan números similares a los de las dos ediciones anteriores. La única variable cuantitativa que cayó son las visitas extranjeras, antes más nutridas. "Claro que nos gustaría que vinieran más figuras, pero la feria es atractiva independientemente de los invitados", dice Díaz.

Y entonces cuenta que vive como un logro personal la visita de Henning Mankell, uno de sus autores predilectos. "Durante cuatro años estuve pidiéndole a la Embajada sueca esta posibilidad. Cuando me dijeron que venía, no lo podía creer". Con la llegada del escritor, creador de la historias del comisario Wallander, también sacan chapa la editorial Tusquets y la Embajada.

En la feria comparten vidriera las grandes multinacionales del sector, editoriales medianas con algunos autores de prestigio internacional y pequeños sellos locales. En general, todos coinciden en las expectativas: pagar los costos con lo que venden (los precios de los stands subieron hasta un 35 por ciento) y usar la feria como un espacio de promoción. "Frente a la posibilidad de ventas los escritores están expectantes pero no desesperados", dice Díaz.

Tampoco parece desesperarlos la marea digital, que entre buscadores online, bibliotecas y sistema de lectura para celulares, desafía a una industria que no quiere parecerse a la discográfica, en caída libre desde la aparición de Napster. "Una encuesta de estos días dice que todavía el 85 por ciento de los lectores prefiere el papel". ¿El otro 15 por ciento? "Casi todos son jóvenes", dice Díaz. Y pide no temerle a los cambios: "El miedo nos paraliza, todo lo que pase pasará de todos modos".

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